Existen muchas formas de entender el diseño y su dimensión ética, que Bruno Latour vincula a la capacidad de distinguir entre el buen y el mal diseño, nos obliga a cuestionarnos constantemente aquello que hacemos.
Esta web reúne y ordena algunas de las ideas que de vez en cuando se materializan en forma de luces, muebles y otros producto de la mano del diseñador industrial, Máster en Investigación en Arte y Diseño, Jordi Blasi.
Los humanos formamos parte de una red de nexos en la que las convenciones, normas y rituales se forman, mantienen y modifican articulando espacios y objetos materiales. Donde la materia se convierte en un mediador esencial de las complejas relaciones sociales en las que los objetos actúan como agentes con trayectorias, propensiones y tendencias propias. El diseño, al influir en nuestra interacción con los objetos, cuestionando e interpelando las antiguas maneras de hacer, tiene la capacidad de condicionar este conglomerado de relaciones.
Al relacionarnos con el mundo, encontramos cosas. Cosas que aprehendemos, que comprendemos mentalmente, que simplemente conocemos. Cosas con las que nos relacionamos y a las que les otorgamos carácter de valor. A partir de esta relación con las cosas, llegamos a conocer la noción del mundo. Martin Heidegger considera que esta relación se establece únicamente en función de la utilidad: los objetos están para servirnos. Sin embargo, Sara Ahmed sostiene que las relaciones que las personas establecemos con los objetos se fundamentan en la empatía.
En la Ontología Orientada a los Objetos, Graham Harman sitúa en un mismo plano todo lo existente. Todos nos encontramos en un mismo nivel ontológico, nada ni nadie es más importante que otro sujeto u objeto. Esta corriente de pensamiento rechaza el privilegio de la existencia humana sobre la existencia de objetos no humanos y sostiene que los objetos existen independientemente de la percepción que tengamos de ellos, cuestionando la relación que cada entidad mantiene consigo misma a partir de elementos universalmente compartidos que constituyen su identidad.
Como diseñadores, tenemos la misión de proyectar objetos que ayuden a las personas en su día a día, definiendo productos comprensibles que dialoguen con los usuarios estableciendo vínculos emocionales que predispongan a una relación duradera.
Objetos útiles y bellos en el sentido ético, a la manera de Platón, en relación con el entusiasmo que genera la posibilidad de construir una realidad mejor, como sugiere Peter Sloterdijk, o como la apertura entre el objeto real y sus cualidades sensibles, tal como Graham Harman interpreta la idea de belleza.
En el libro Noticias de ninguna parte, William Morris esboza un futuro en el que el mundo se nos presenta más justo, sin clases, dinero ni comercio competitivo, donde la artesanía prevalece sobre las máquinas y las personas viven felizmente produciendo estrictamente lo que necesitan. La visión utópica de Morris menosprecia el potencial de la industria para hacer accesibles los objetos a través de una fabricación más eficiente.
Sin embargo, anticipa el colapso en el que, ante la amenaza ecológica del cambio climático, vemos hoy peligrar las condiciones materiales de nuestra propia existencia. Una nueva realidad que nos obliga como diseñadores a dejar de legitimar el poder y a tomar conciencia de nuestra vulnerabilidad.
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